¿Y qué fue lo que viste Muñeca? Adiós, mi estimada Olivia
Ayer que recibí el reporte de tu estado de salud, en donde se decía que estabas muy grave, me pegó en mi estado de ánimo. No es fácil decirles adiós a los amigos, y menos a ti, que eras la decana del periodismo en esta región y en Sinaloa, que resististe contra viento y marea con El Regional, uno de los periódicos icónicos, por donde pasaron periodistas de los viejos.
La última vez que nos vimos fue cuando llegaste al café, venías
de Guadalajara, al lugar que te habíamos dicho que no te fueras, pero como
terca que eras, pues cumpliste con la máxima que a ti te gustaba vivir la vida,
y vaya que lo hiciste.
Conociste la `vieja Europa´, mandaste saludos desde España o
París; o virabas, como los huracanes, como cuando te fuiste a Perú. Seguro te
echaste varias hojas de coca para aguantar la presión de esas regiones.
La última foto que nos tomamos, fue esa que nos jugamos una
broma, antes de que te fueras a Guadalajara.
“Uno de los dos la va a usar”, nos dijimos. Y es que esta
horrenda pandemia nos ha arrebatado a familiares y a los amigos más
entrañables.
Duele decirles adiós a los amigos, claro que duele. En lo
particular me pega, pues debo decir que te estimaba.
Ya no me leerás, ni tampoco vas a decir que es mentira lo que
escribiré, así que compartiré algunas anécdotas que me contaste cuando fuiste a
cobrar lo que te debían en presidencia y que no te querían pagar.
Cuando subiste por lo que muchos llaman ‘el caracol del amor’,
ese pasadizo secreto que hay entre Tesorería y Presidencia, que creo tiene 23
escalones.
Me dijiste que ibas furibunda a reclamarle al imperfecto y
miraste que estaba haciendo ‘fichurías’ con alguien. Regresaste por donde
habías subido y aquel protagonista de esa historia no se dio cuenta que habías
sido testigo de ese momento íntimo. ¡Lo bueno que en aquel entonces no había
celulares!
¿Y qué fue lo que viste, Muñeca? Te pregunté…. Muchas risas y
la descripción de aquel don Juan. Me pregunto si ese escritorio ya fue cambiado.
Fuiste única, como aquellas de tus portadas en donde ponías: “Faltan
tantos días para que se vaya el presidente fulano de tal…”
Resististe contra viento y marea los bloqueos, pero
conservaste hasta el final algo que apreciabas: El Regional.
Sé que ya no me leerás, pero te recordaré siempre.
Eras única, con tus amigas ricas y con ‘la plebe’, con tus
prendas de amarillo de los miércoles y tus conversaciones de café en el bunker
en el que se convirtió La Campiña en donde la señora Mina nos soporta.
Quisiera decirte que nos encontraremos en un futuro, pero en
lo personal no creo en esa posibilidad, pero si por alguna eventualidad eso se
cumple, me invitas un café, pero que sea ‘Juan Valdez, de Colombia o de La
Campiña, si no, no.
Hasta siempre, mi querida Muñeca. Abrazos a tu familia.
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