Cuando se llega a la meta

 



Hoy es un día especial, por ello quiero escribir para la familia, suficientes motivos existen para ello. Seguro todos los padres nos sentimos así cuando nuestros hijos concluyen las metas que se fijaron; en nuestro caso, las dos hijas que tenemos son ahora unas profesionistas exitosas y comprometidas con su entorno.

Mariana es maestra, imparte clases en el centro de Sinaloa, en donde está la guerra que ha secuestrado a la sociedad sinaloense. Ella ha quedado en el fuego cruzado y en más de una ocasión ha pedido a sus pequeños alumnos tirarse pecho a tierra en el piso de su aula y mientras esos pequeños la miran con ojos de miedo, ella ha sacado fuerzas para cantarles canciones. Al momento de mirar sus ojitos espantados, les pide que le acompañen con el tono de alguna melodía infantil.

Así, mientras las ráfagas han retumbado en los oídos de quienes educan y sus pequeños alumnos, ella se ha puesto a cantar, así tirada en el piso: "Tengo un amigo muy original, vive en un pantano y le gusta brincar"… "René, René, René, René. Mueve la cintura, mueve los pies". Luego del momento intentan retomar la calma, esa misma que el gobierno trata de disimular con la normalización en el discurso de la violencia.

Mi otra hija, Miriam, hoy recibió su título de licenciada en Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Occidente, a ella le apasiona el periodismo, lo supe desde que estaba chica, cuando ocasionalmente visitaba la redacción del periódico El Debate, en donde trabajé por más de 25 años o cuando eventualmente estuvo en la cabina de radio cuando me tocó estar en Guardianes de la Noche, ese estupendo programa.

En lo personal hubiese querido que no eligiera esta profesión, que si bien es cierto es apasionante, que deja enormes satisfacciones, sobre todo cuando elijes conducirte por el terreno de la ética, pero al mismo tiempo es tan ingrata, no solo por el salario que se percibe, que es muy bajo y sin muchas garantías, sino por las barreras que encuentras en el desarrollo, sobre todo hoy, en estos momentos en el que los periodistas narran o intentan escribir sobre realidades.

Los periodistas hoy (y siempre) lidian contra muchos enemigos que pausan su desarrollo. Sufren al momento de escurrirles la adrenalina cuando quedan en medio de la violencia, cuando hacen silencios, cuando ven que su nota no se publica porque al político no le agradó alguna pregunta o la narrativa de determinado escándalo que rodea al ejercicio del poder y patalean en silencio tragando bilis cuando la nota es censurada desde el poder.

A Miriam, las puertas se abrieron en el medio de comunicación en donde hizo prácticas profesionales. Conoció a Ismael Bojórquez, de Río Doce en el rancho del gran Enrique Gutiérrez, su tío, le decía ella y hoy, ya trabaja en ese espacio que se especializa en cobertura periodística de mucho contraste e investigación.

Hoy Miriam ya trabaja, se fue a Culiacán, voló y nos muestra a la familia que aquella pequeña de diez días de nacida que libró una batalla de un mes en el hospital, con bisturí incluido, no tiene barreras, ni límites.

En lo personal me hubiese gustado verla crecer en esta tierra, pero, pues no fue así.



Hoy que concluye una etapa en la Universidad, le deseo lo mejor, la felicito, le reitero que los dieces no existen (aunque en el certificado tenga muchos), que siga creciendo y que, si el periodismo es su verdadera pasión, lo ejerza siempre con ética y responsabilidad, la sociedad requiere de periodistas comprometidos.

Gracias a los maestros que contribuyeron en su formación, conozco a muchos de ellos y no tengo más que gratitud por ese acompañamiento en las aulas. Un agradecimiento especial a los compañeros periodistas que le han tendido la mano en este trayecto y que han sido parte de ese crecimiento. Gracias por su empatía y solidaridad.

Concluyo con una frase de Vicente Leñero, a propósito de quienes se molestan por críticas al poder: “El periodismo no está para resolver las crisis; está para decirlas” y te pediría, hija, que narres historias, muchas historias, que las contrastes siempre con lo que dicen los políticos y lo que existe en la realidad,

Felicidades, hija; felicidades, hijas. Las quiero.

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